La economía naranja —también llamada economía creativa— reúne actividades donde la creatividad y la cultura son el motor del valor: diseño, audiovisual, música, editorial, publicidad, videojuegos, artes escénicas, moda, gastronomía con identidad, patrimonio y experiencias. Su fuerza no es solo económica: genera empleo cualificado, proyecta marca ciudad/país y dinamiza barrios mediante espacios culturales y empresas creativas. Para crecer necesita propiedad intelectual bien gestionada, financiación adaptada (desde crowdfunding a venture), formación híbrida arte-tecnología-negocio, datos de impacto y políticas públicas que conecten talento, industria y turismo. En resumen: cuando las ideas encuentran mercado, la cultura se convierte en desarrollo.
19 de diciembre de 2020

